El primer día en Santiago de Chile fui a un supermercado en búsqueda de nuevas frutas. Por primera vez me sorprendí por la variedad de fruta exótica y muy rica en Colombia. Ahí probé unas 20 frutas distintas. Algunas no se suelen exportar hacia Europa porque no aguantarían el transporte tan largo (me lo explico un Colombiano muy amable una vez en la frutería cuando estaba admirando una fruta que se llama Guanábana).

Por tanto también pensé que en Chile iba a poder encontrar frutas nuevas, aunque sabía que su ubicación geográfica no favorece ‘’exotismo’’.  En el supermercado que estaba cerca de nuestro hotel solo encontré frutas que se encuentran sin problemas en cualquier mercado en Europa.  Y lo que me alegró mucho, fue encontrar cerezas en el mes de enero.

Una vez en un restaurante me ofrecieron zumo de frutilla. Con  alegría lo pedí porque no conocía esta fruta. El zumo estaba muy rico pero no podía reconocer que fruta es, aunque el sabor no era nada raro. Al día siguiente también pedí zumo de frutilla pero se me olvidaba siempre mirar en Google cuando estaba de vuelta en el hotel, que fruta es.

Un día fui a comprar a una tienda pequeñita cerca del hotel. Ahí en la estantería por fin vi una mermelada de frutilla y no me lo pude creer. ¡Estuve decepcionada y me sentía bastante tonta al no reconocer fresa! ¡Si, frutilla significa fresa! Igual no lo había reconocido ya que nunca tome un zumo de fresa 😉

Me esperaba unas diferencias entre el español chileno y el castellano que hablo yo y algún problema de entendimiento con los chilenos, pero no esperaba que una fresa hiciera que me sintiese tonta 😉